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Hoy 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad, y con motivo de este día, Zauma Inclusión y Diversidad una vez más quiere promover la importancia de la integración y contratación de profesionales con discapacidad en la empresa.

Muchas veces, para dar dicho paso existen barreras y prejuicios que lo dificultan, es por ello que la campaña de este año “Un día en la oficina de un profesional con discapacidad” tiene el objetivo de sensibilizar a través de la experiencia del día a día en el ámbito laboral de una profesional con discapacidad:

Buenos días Vanessa, en primer lugar nos gustaría agradecerte habernos concedido esta entrevista y participar en nuestra campaña de este año por el Día Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad.

«Buenos días, muchas gracias a vosotros. Siempre es un placer participar en la visibilidad, integración y normalización de las personas con discapacidad en el trabajo».

Cuéntanos un poco sobre ti.

«Mi nombre es Vanessa Basurto Alcalde, tengo 40 años y soy técnico Superior en Secretariado de dirección y en Administración y Finanzas, y ya en 2019, con el afán y la ilusión de poder, en un futuro, ayudar a personas en mi misma o similar situación, comencé a estudiar el grado de Psicología.

Hace 5 años me diagnosticaron Sensibilidad Química Múltiple, una enfermedad crónica, adquirida y que se caracteriza por la presencia de síntomas de distinta intensidad, dependiendo del grado de la enfermedad, que aparecen ante la exposición a niveles bajos de sustancias químicas (incluso mínimos) y que afecta a diferentes órganos y sistemas corporales. En mi caso, afectando al sistema respiratorio, nervioso, endocrino, cognitivo y digestivo en mayor proporción. En los primeros estadios de la enfermedad, necesité un tiempo para reponerme, tratar la enfermedad y recuperar mi salud para poder reincorporarme al mundo laboral.

La primera y principal forma de control de la enfermedad es precisamente evitando aquello que te hace enfermar: realizando un buen control ambiental, tanto en tu persona, en tu casa, como en el trabajo, o de las personas que te rodean. Es decir, has de cambiar los productos de limpieza y aseo convencionales por otros ecológicos y sin perfumes, en tu hogar y en tu trabajo y prescindir de todo tipo de ambientadores».

¿Cómo ha sido tu experiencia laboral? ¿En qué trabajas en la actualidad?

«Nada más terminar, con 19 años, el ciclo formativo de grado superior en Secretariado, comencé a trabajar como recepcionista-administrativo en una empresa dedicada a la fabricación de muebles de baño, donde estuve 6 años, hasta su cierre, y donde pude adquirir una amplia y valiosa experiencia. Guardo muy buenos recuerdos de aquel periodo y todavía, a día de hoy, grandes amistades.

Posteriormente y durante estos años, mi trayectoria profesional se ha desarrollado en el ámbito administrativo, en diferentes sectores como la educación, el deporte o la agroecología. Actualmente trabajo como administrativo coordinando la oficina de la delegación de Madrid de una empresa dedicada al sector del transporte».

¿Cómo es tu día a día a la oficina?

«Mi día a día en la oficina es… muy común. Llego, “enciendo motores” y comienzo a leer correos y mensajes y a responderlos, empieza el ir y venir de llamadas y de los compañeros que llegan a recoger y firmar documentación, la comunicación de incidencias a la sede central, los trámites con diferentes organismos, el trajín de los vehículos, el encargado que viene a revisar las rutas, un té rápido que tengo que terminar este informe, la búsqueda de nuevos candidatos… Y mi pregunta ahora es, ¿encuentras alguna diferencia en mi día con el de una persona que sin discapacidad?»

¿Qué destacarías de tu experiencia laboral actual?

«Considero que tengo muy buena relación con mis compañeros, me siento integrada, valorada y apreciada. Por supuesto, tengo las condiciones que me permiten seguir trabajando, preservando mi salud, condiciones que son, en sí, muy sencillas: evitar los ambientadores, realizar la limpieza con productos sin perfumes y evitar colonias y fragancias por parte de las personas que estén conmigo en la oficina. No deja de ser un acto de solidaridad y empatía, de los compañeros con los que compartes espacio, y esto es maravilloso.

Otras cuestiones importantes para mí, y también valiosas, son trabajar en un campo, el administrativo, en el que tengo una dilatada experiencia y que, gracias al horario que tengo puedo continuar dedicando las tardes a estudiar y seguir progresando en mis aspiraciones profesionales».

¿Cómo te han recibido tus compañeros? Experiencias positivas y negativas ¿Cómo las has sorteado?

«En ocasiones cuesta un poco entender mi enfermedad, por el hecho de que mi patología no es visible y porque no solo me afecta a mí, si no que se extiende a las personas que me rodean, quienes tienen que realizar cambios en sus costumbres. También es cierto que, si te dan la oportunidad de escucharte, entenderte, comprenderte y aceptarlo, una vez que te conocen, esto cambia.

Una experiencia que considero positiva, por ejemplo, es la de un compañero que, hace muy poco me contó que, tras conocerme y conocer mi caso, en su casa habían optado también por los productos naturales de limpieza, evitando los ambientadores, que preferían el aire limpio en su casa. Me dio mucha alegría saber que mi experiencia pudiese contribuir a mejorar un poquito la vida y/o el espacio de otras personas».

¿Qué barreras hay a la hora de contratar a alguien con discapacidad? ¿Con qué barreras/prejuicios te has encontrado?

«Por un lado, considero que precisamente los prejuicios son barreras, en ocasiones, difíciles de saltar. Por ejemplo, existe la creencia de que las personas con discapacidad pueden coger más bajas. Bien es cierto que puede haber casos concretos en los que las personas puedan necesitar reponerse en ciertos periodos, pero, en mi opinión, la mayoría de nosotros, si nos es posible, tratamos a toda costa de evitarlas, llegando, incluso a veces, a anteponer nuestro trabajo a la salud.

Otro muro que me he podido encontrar es el desconocimiento de mi patología, donde, en varias ocasiones, tras superar las entrevistas y resultar la candidata a un puesto concreto, se me ha rechazado por la “dificultosa” adaptación. Como he comentado, mi adaptación es sencilla, además, contribuye a mejorar la calidad del aire de todas las personas que trabajan conmigo, lo que, sin duda, juega un papel importante en la prevención de los riesgos laborales y de la conservación de la salud en los entornos laborales».

¿Cómo se impulsa la integración de profesionales con discapacidad altamente cualificados?

«Con oportunidades, y estas han de venir por parte de las empresas, se ha de vencer ese “miedo” a contratar a personas con discapacidad. Para ello, además, existen beneficios fiscales para este tipo de contrataciones, bonificaciones en las cuotas a la seguridad social, subvenciones para la contratación y de la adaptación de puestos de trabajo, lo cual puede hacer, en un primer lugar, más atractiva nuestra contratación. En segundo lugar… solo habría que conocernos (sonríe).

Por otro lado, creo que cada vez existen más empresas que son ejemplo y que optan por la inclusión de las personas con discapacidad y que son el escaparate donde se puede ver que, aunque nuestra vida pueda estar limitada en ciertos aspectos, nuestra capacidad laboral y de desempeño es la misma que la de cualquier otra persona».

¿Qué pueden aportar las personas con alguna discapacidad a las empresas?

«Gran parte de nosotros hemos pasado por importantes transformaciones en nuestras vidas, hemos vivido situaciones difíciles de las que no hemos salido indemnes, pero sí fortalecidos. Y esa fortaleza, esa resiliencia, esa capacidad de adaptación son aptitudes que nos acompañan y que, sin duda, pueden contribuir a un mejor ejercicio de nuestras labores profesionales y con ello una mejor marcha de las empresas que cuenten con nosotros».

¿Qué retos crees que hay todavía pendientes en la integración laboral de las personas con discapacidad?

«Los retos parten, en primera instancia, desde lo personal, tratando de transformar esa visión de las personas con discapacidad como “diferentes” o esa actitud compasiva o lastimera que muchas veces aparecen. Somos personas reales, con metas, sueños, ilusiones y muchas, muchas ganas de trabajar: aspiramos también, como cualquiera, a tener nuestra independencia personal y económica.

En segunda, pasan, también, por un mayor apoyo por parte de instituciones, se hacen necesarias más campañas de visibilización y sensibilización, así como una mejora de los incentivos a la contratación por parte de las empresas.

Y por último, sin duda, el mayor reto, lo tienen las empresas. Ellas son el motor de cambio y transformación, quienes tienen el poder, y porque no pensar que el deber, de llevar a cabo esta integración real, efectiva y visible de las personas con discapacidad dentro del ámbito laboral».