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Hoy, 8 de marzo, con motivo del Día de la Mujer, entrevistamos a Marta Arce, judoka, medallista paralímpica, conferenciante, coach y trainer paralímpica.

¿Cómo te describirías?

“Yo me describo como una persona feliz, madre, deportista, fisioterapeuta y conferenciante. Que disfruta del día a día llevando el mensaje de la inclusión, de la integración y de la superación a todo el que me quiera escuchar”.

¿Qué implica tener albinismo?

“Para mi el albinismo implica haber tenido un proceso de adaptación importante, aunque haya sido tardío. Es vivir sabiendo que tengo unas peculiaridades (por ejemplo, por mi tipo de albinismo no me puedo poner al sol, y al tener discapacidad visual necesito materiales adaptados, etc. En resumen, necesito adaptaciones para poder llevar mi día a día como una persona más) a las que me tengo que adaptar y tengo que defender mis derechos y mi posición”.

¿Qué ha supuesto para ti tener una discapacidad?

“Pues para mí, ha habido varias etapas en ese sentido. Al principio fue una etapa de aprendizaje muy larga y grande. Con una experiencia un poco negativa debido a la falta de adaptación y a la falta de accesibilidad.

Y después de un proceso de aprendizaje y de crecimiento, me supuso hacerme consciente, gracias a la discapacidad incluso, del potencial que tenemos todos para conseguir las cosas que nos proponemos y luchar por nuestros sueños. Y creo que me ha dado fuerza para hacer mucho más de lo que a lo mejor en otras circunstancias hubiera hecho. Quizás, hubiera buscado una situación más cómoda o estable y no estar siempre en busca de retos, en movimiento y, en definitiva, en crecimiento. Yo creo que la superación engancha”.

¿Cómo descubriste el deporte? ¿Y el judo en concreto? ¿Cómo ha influido en tu vida el deporte?

“El deporte lo descubrí casi por casualidad, cuando estaba estudiando la carrera tenía compañeros que hacían judo y bueno pues un día decidí a atreverme a ir con ellos a entrenar y me encantó, me entusiasmó. Aunque ya era algo que quería hacer desde pequeña, porque mi hermano había hecho, pero yo creo que hasta que no tuve acceso al deporte no tuve la oportunidad de darme cuenta de que la adaptación es posible. A mí me supuso un cambio de actitud. No consciente quizás, y no inmediato, pero sí me di cuenta de que, igual que podía adaptar el judo y hacerlo muy bien, eso lo podía aplicar también al resto de mi vida”.

¿Cómo es ser una mujer con discapacidad en el mundo del deporte de competición?

“Es casi un ejemplar en peligro de extinción. Es un grupo muy pequeño de la élite de alto rendimiento en deporte con discapacidad. Desde el punto de vista de la mujer y el deporte, el número de mujeres es limitado, no sabemos muy bien las causas, pero el caso es que no hay mujeres con discapacidad en el deporte prácticamente. Hay muy pocas, muy pocas licencias y muchas menos federadas. Yo creo que somos todas unas grandes luchadoras, defensoras de los derechos y referentes para las niñas con discapacidad”.

¿Qué herramientas crees que te han ayudado a conseguir tus éxitos deportivos (plata en Atenas 2004 y en Pekín 2008 y bronce en Londres 2012)?

“Creo que me ha ayudado la perseverancia, la capacidad de darme cuenta de que tenía capacidad de sacrificio, capacidad de trabajo y la cantidad de motivación.

En definitiva, todos los valores que están asociados al deporte.

El ser constante, disciplinada, el tener un objetivo claro, aprender a planificarme, aprender una estrategia, aprender a trabajar en equipo, etc. Ya que, aunque el judo pueda parecer que es un deporte individual, yo represento a un montón de gente que me ha ayudado a llegar hasta aquí, sola es imposible lograrlo”.

Además, eres fisioterapeuta. ¿Cómo fue tu experiencia universitaria? ¿Encontraste barreras, por falta de adaptaciones, durante la carrera?

“En este caso fue todo lo contrario, porque estudié en la escuela adaptada y la experiencia fue dulce y maravillosa. Ahí creo que topé más con el nivel de exigencia de los profesores, ya que no querían que nadie que no fuera absolutamente perfecto saliera con el nombre de la escuela, sin trabajar con un nivel de perfección”.

Actualmente, ¿cómo combinas el deporte con la fisioterapia y las conferencias?

“Me organizo como puedo, yo creo que como todas las madres y todas las mujeres que trabajan. Intentando conciliar, priorizando y a veces como todo el mundo, no llegando a todo, que creo que también forma parte del ser humano. Hay veces que hay cosas que se retrasan o que se quedan sin hacer porque estamos trabajando una barbaridad. Los niños son mucho tiempo y el entrenamiento todavía más. Además, me matriculé en Educación Social y estoy estudiando un 80% menos de lo que creía que iba a poder, porque se ha multiplicado el trabajo de repente, sigo entrenando que pensaba que también lo iba a dejar, etc.”

Hablas varios idiomas (español, inglés, italiano y japonés). ¿Qué te motivó a aprender esos idiomas?

“El español es mi idioma nativo.

El inglés lo estudié porque me obligaron y creo que es el que peor hablo, aunque sigo estudiándolo.

El japonés es porque mi marido es de ascendencia japonesa y me atrajo también mucho su cultura y por eso también me puse a estudiar con profesores y me he examinado de varios exámenes oficiales, etc.

Y, por último, italiano es porque estuve trabajando en Italia un par de años. A finales de 2002, fui a trabajar en lo que sería un centro asociado a la Seguridad Social en una escuela de fisioterapia, y me atrajo la idea de ir a Italia a trabajar.

Los primeros días, los propios pacientes me enseñaban los números, los días de la semana, etc. De hecho, lo primero que aprendí a decir fue “bocarriba” y “bocabajo”. Y al tercer día de estar allí ya tenía un club donde entrenar judo. Yo creo que fue ahí también la primera vez que el judo para mí fue un mecanismo de socialización al uso, más allá de la discapacidad. Así que allí que me fui, y la verdad que fue una experiencia estupenda. Tengo muy buenos amigos que conservo de esa época, y de hecho el trabajo que hago ahora en la residencia es gracias a una compañera de las que conocí en Italia. Combino unas horas en la residencia, junto con las conferencias”.

Eres madre de tres hijos. ¿Cómo ha sido tu experiencia con la maternidad?

“La verdad que muy buena. Otro reto, porque el material no estaba preparado para mis super poderes. Así que me tuve que buscar las mañas para poder medir los medicamentos que fueran transparentes, ver si habían caído las gotas en los ojos, etc.

La verdad es que es una buena experiencia, muy recomendable”.

Por el 8 de marzo, ¿qué le dirías a las niñas/adolescentes con discapacidad?

“Les diría que no dejen nunca de luchar por sus sueños. Y que piensen que todavía queda mucho camino por recorrer y que, aunque parezca que ya hemos avanzado mucho, aún queda mucho por avanzar, para que no se sorprendan cuando se topen con barreras que tengan que superar.

Esta generación y la que viene también les va a tocar educar mucho a la sociedad, para poder dejarnos en la posición que nos corresponde que es ciudadanos de pleno derecho, que creo que todavía no lo somos. Ya hemos avanzado mucho, porque se sabe que está mal que no se contemplen nuestros derechos, por lo menos hasta ese punto sí que llegamos, pero nos falta llevarlo a la realidad”.

¿Qué le dirías a la sociedad y a las empresas sobre las mujeres profesionales con discapacidad?

“Les diría que, si quieren mejorar los equipos de trabajo, tener más puntos de vista y tener un equipo que sepa resolver situaciones complicadas, la mujer con discapacidad es la persona que necesitan. Estamos especializadas en superar barreras y en dar soluciones, en que nos digan que no y seguir hacia delante. Y solo tienen más que ganar”.