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Hoy, 8 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer, entrevistamos a Aitana Moreno, trabajadora social que de la noche a la mañana, un accidente le cambió la vida. Ahora es medallista de Jiu JItsu Brasilero y trabaja como trabajadora social.
¿Cómo te describirías?
«Me describiría como una mujer fuerte, disciplinada y perseverante, nunca me doy por vencida. No busco la perfección, pero sí me gusta hacer las cosas lo mejor que puedo. Me entrego y me implico al 100% en lo que me gusta y me apasiona, en mi gente, mi entorno… intento construir y crecer continuamente».
¿Qué ha supuesto para ti tener una discapacidad?
«Al ser una discapacidad sobrevenida, ha supuesto un antes y un después. Me ha cambiado la vida completamente. Ha supuesto un autoconocimiento brutal de mi misma y me ha permitido tener un propósito en la vida.
Cuando tuve el accidente, tenía 21 años, estaba de Erasmus, simplemente me preocupaba por disfrutar y sobre todo me dejaba llevar haciendo lo que todo el mundo hace y espera de la vida: iba a la universidad, salía por ahí con mis amigos, imaginaba mi futuro trabajando como trabajadora social, casándome, comprando una casa… En fin, lo que se supone que quiere una chica de 21 años porque así nos han dicho que tiene que ser.
Pues déjame decirte que no. El accidente me abrió los ojos y me hizo ver que las cosas no van a ser siempre como tu quieres o como tu lo tenias planeado. Que las desgracias no les pasa solo a los demás, te puede pasar a ti en cualquier momento y romperte todos los esquemas y planes de futuro. Y a raíz de todo eso, empiezo a plantearme: ¿en serio he venido a este mundo para hacer lo mismo que hacen los demás? ¿y si no quiero? ¿Cuál es mi propósito en la vida? ¿qué hago aquí? Todo eso se convierte en una especie de filtro y te hace menos tolerante. Comienzas a valorar tanto el tiempo y en qué lo inviertes, que no te permites a ti misma perderlo por ejemplo pasando tiempo con gente que no te aporta, yendo a planes que no te apetecen por quedar bien con el resto, estar en un trabajo por en el que no te tratan bien y te quita salud mental… aprendes a decir que NO a todo eso y priorizar tu tiempo y tu bienestar, porque has vivido en primera persona lo frágil que es y lo rápido que puedes perderlo como para no cuidarlo».
¿Cómo descubriste el Jiu Jitsu Brasilero? ¿Cómo ha influido en tu vida el deporte?
«Lo descubrí gracias a mi entrenador personal que me ayudaba con la rehabilitación. Además de preparador físico también es atleta y profesor de Jiu Jitsu brasilero. Él fue quien me convenció de que probara esta disciplina.
El deporte siempre ha influido en mi vida. Antes del accidente practicaba baloncesto y había participado en varias medias maratones. Pero nunca había probado ningún arte marcial. El Jiu Jitsu me enganchó desde el primer día. Los beneficios que tiene tanto a nivel físico como mental se lo recomiendo a todo el mundo».
¿Cómo es ser una mujer con discapacidad en el mundo del deporte de competición?
«Si ya es difícil ser mujer en el mundo del deporte imagínate con una discapacidad física. El tema está en la poca visibilidad tanto del colectivo como de la disciplina. Es decir, normalmente una persona con discapacidad física que quiere practicar algún deporte suele ser baloncesto sobre ruedas, tenis sobre ruedas, natación… es difícil imaginar a alguien con movilidad reducida practicando un deporte de contacto y aparentemente de “mayor riesgo”. Y por otro lado, el Jiu Jitsu no ofrece muchas posibilidades para los atletas con discapacidad que quieran competir. Solo está el campeonato mundial para-jiu jitsu donde sí se compite contra atletas con discapacidad y nos reconocen como tal. El resto de competiciones, me toca competir contra personas que no tienen discapacidad, con lo cual no estoy en igualdad de condiciones, pero no tengo más opción.
Sin embargo, he de decir que en mi caso, cuando he vivido situaciones en las que me han tenido menos en cuenta que a mis compañeros ha sido por la jerarquía que hay en el color de cinturones, nunca por mi discapacidad. Al revés, me siento muy respetada y apoyada por mi equipo y todos mis compañeros. De hecho, retomando un poco lo que hablábamos del propósito, siento que mi propósito en el equipo es inspirar y motivar a mis compañeros y hacerles ver que si yo puedo ellos también».
¿Qué herramientas crees que te han ayudado a conseguir tus éxitos deportivos y laborales?
«Diría que mis propios recursos personales. Las cosas hay que ganárselas, no podemos esperar a que nos las den hechas. Con discapacidad o sin ella, si quieres conseguir algo tienes que trabajar duro. En mi caso, tengo que entrenar y esforzarme el doble que los demás, porque siendo realistas, SÍ, lo tengo más difícil que el resto. Y eso no quiere decir que yo misma me esté poniendo los límites. Todo lo contrario. Si quiero ganar una medalla de oro tengo que saber cuáles son mis dificultades y trabajar sobre ellas para superarlas. No existe ninguna clave secreta para el éxito más que quererlo e ir a por él con todo: perseverancia, constancia, disciplina y dedicación».
Además, eres trabajadora social ¿Has encontrado barreras o alguna limitaciones a partir de tu discapacidad que antes no te planteabas que había?
«Creo que aunque intentemos ponernos en la piel de los demás y empatizar con sus situaciones, hasta que no lo vivimos en primera persona no vamos a entenderlo al 100%. A partir de la discapacidad está claro que surgen muchas limitaciones y barreras que antes ni parabas a pensar. Sobre todo en mi caso, me ha tocado vivirlo a nivel físico evidentemente, si hablamos de barreras arquitectónicas, pero sobre todo a nivel social. Al final, los demás siguen haciendo sus planes de ocio y muchas veces los van a adaptar a ti y a tu discapacidad y otras veces no. Por ejemplo, mis amigas se han ido a esquiar y en ningún caso se me ha preguntado ¿quieres venir? aunque no puedas esquiar, ¿qué podemos hacer? ¿qué te gustaría? se da por hecho que no voy a ir porque “no puedo”. O hacer una excursión al monte, a veces lo adaptamos y vamos a uno bajito que yo pueda subir pero otra veces no… en fin muchos ejemplos de cosas muy cotidianas que incluso en el momento no le das importancia y ni te molestas, pero luego te paras a pensar y bueno…. Eso en el ámbito social. Profesionalmente la verdad que he tenido mucha suerte y es cierto que no he sentido que mi discapacidad haya supuesto nunca una limitación a la hora de que me contraten si no todo lo contrario».
Actualmente, ¿cómo combinas el deporte y tu vida laboral?
«Afortunadamente tengo una media jornada que me permite dedicar las tardes a mis entrenamientos, ya que entreno 3 horas diarias aproximadamente».
Con motivo del 8 de marzo, ¿qué le dirías a aquellas mujeres que están en pleno proceso de aceptación y tienen una discapacidad sobrevenida?
«Les diría que se dejen sorprender. Lo duro del proceso de aceptación no es solo aceptar la discapacidad, sino aceptar que ya no vas a ser la misma persona. Me acuerdo que yo me empeñaba en querer recuperar mi vida de antes, en ser como antes, hacer las mismas cosas que antes… y no me estaba dando cuenta de que no iba a volver a ser nunca igual. Ahí, es cuando realmente empieza el proceso y el duelo más duro. Cuando me desperté en el hospital lo único que le decía a la enfermera era: No entiendo, ¿pero por qué a mí? no es justo. Y ella me dijo: cuando dejes de preguntarte por qué, lo entenderás.
No estaba dándome la oportunidad de ver lo que me esperaba y todas las posibilidades que en realidad se me estaban abriendo. Yo siempre lo digo, montarme en ese autobús fue lo mejor y lo peor que me ha pasado en la vida».
¿Qué le dirías a la sociedad y a las empresas sobre las mujeres profesionales con discapacidad?
«Les diría que miren más allá, que hagan el ejercicio de observar nuestras capacidades. Que no tengan miedo a lo desconocido. Que nos valoren por cómo somos y por lo que podemos aportar profesionalmente sin tener en cuenta cosas que realmente no importan tanto. ¿Te molesta mi cojera? ¿Soy menos competente porque me falta media pierna? ¿Te incomoda no saber como tratarme?»